Guanajuato, octubre de 2006.
Descubrí la poesía al mismo tiempo que descubrí la muerte. Desde entonces nada ha podido consolarme. Todo es una suerte de despedida: lugares, personas, voces, un mar que no conozco, el mar de mi infancia. El peso de lo que soy, de lo que no estará: de eso se tratan las fotografías.
No hay manera de recuperar lo que hemos perdido. Pero esa mirada insiste, fíjese bien.
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